viernes, junio 16, 2006

De como las tardes de lluvia sirven para fumarse un buen caño.

Son las cinco...
Son las cinco de la tarde y aqui estoy yo, tendido en la cama.
No tenía ganas de levantarme.
No existía ningun suceso que me estimulase a ir al baño, mear, ver en el espejo el paso del tiempo, ducharme y decir que iba a ser un buen día.
En realidad, debo agradecerle al de lentes por el zolpidem: he dormido como un toro.
Sentí el ajetreo de Andrés antes de irse al trabajo, pero como una voz lejana.
Me dí vuelta en la cama y seguí durmiendo...
Me corté el pelo, lo decidí mientras observaba el pájaro que vuela en mi brazo al despertar...
Toqué en mi nuca y vi pelos mezclados con sangre.
Entonces me acordé del caño

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y por ke no te sakai uno entonces!!!

=D